28 de abril de 2009

Por una mujer

- Me peleé con todos los chicos de mi barrio.
- Leí “La dama de las camelias”.
- Fui a misa durante ocho semanas.
- Estudié francés tres años.
- Vi en el cine “Un paseo por las nubes”.
- Me monté en una moto sin saber manejar (y me caí).
- Perdí un semestre en la universidad.
- Me matriculé en clases de yoga.
- Volví a fumar.

Pero siempre me dije: “Lanzarme en parapente, jamás”.

Salto este sábado. Qué débil eres, chico nube.

27 de abril de 2009

Comunicado

Se informa a los miembros de la comunidad nubetora que, por razones de fuerza mayor, durante los próximos días el autor de este blog renunciará a la búsqueda de un mínimo de creatividad, ingenio o humor negro en sus post.

Los trabajos continuarán hasta el sábado 2 de mayo, fecha en que la súbita y curvilínea alegría que viene afectando su proceso creativo parte de viaje.

Se agradece la comprensión y se pide disculpas por las molestias causadas.

El administrador.

24 de abril de 2009

Alumbrones

Un amigo me contaba que en Cuba los cortes de energía eléctrica son tan frecuentes que los cubanos dicen que en su país no hay apagones sino alumbrones.

Ayer caí en la cuenta de que en mi vida pasa algo muy similar: las alegrías son tan excepcionales que debería comenzar a decirles alumbrones.

Ya lo dijo Luis Hernández, “hay gentes que nacieron para la luz del día y hay otras que nacieron para un vago fulgor”.

21 de abril de 2009

Última salida

-¿Quieres ir a tomar algo? -me escribió mi ex el jueves.
-Siempre -bromeé.

Realmente me sorprendió su mensaje. No veía a Ximena desde el día del chifa y, de un tiempo a esta parte, se había encargado de hacerme saber que estaba molesta conmigo. Pero ahora me proponía encontrarnos en Miraflores a las nueve. Todo era muy extraño.

Llegó puntual, como nunca, y de buen humor. “No sabes las ganas de tomar que tengo”, fue lo primero que dijo. Propuse ir por unos pisco sours a un bar de Cantuarias y aceptó.

En toda la noche no habló de su novio salvo para decir que no la había llamado en dos días. La conversación se concentró en nosotros: en nuestra amistad, en lo que nos pasó. La noté sorprendida de mi actitud -distendida y socarrona- frente a las viejas historias. Ya no era ese chico que hablaba desde la herida, sino uno que no hacía más que reírse de ella.

Al cuarto pisco sour me di cuenta de que estábamos a un paso de cometer un error. Reconocí sus maneras, sus miradas, sus palabras. No había pasado tanto tiempo, sabía lo que vendría después. Pero una necesidad desconocida se apoderó de mí. Y, paralizado, me dejé llevar.

Supongo que algunos necesitamos volver al pasado una última vez para poder dejarlo definitivamente atrás.

20 de abril de 2009

Estimado Hitch:

Contra todo pronóstico, conocí a alguien el viernes. Una canadiense que recién regresa a su país la segunda semana de mayo.

Llamó mi atención desde un inicio: figura atlética, look "arty", cabello lacio y negro, y unos ojos preciosos. Me pareció tan guapa que cobardemente decidí esconderme en el otro extremo de la fiesta en la que estábamos. Mi pesimismo se había impuesto una vez más.

Sin embargo, lucía aburrida. Desde mi rincón podía ver cómo los chicos desfilaban por su lado obligándola a cambiar constantemente de grupo. Yo, por el contrario, aunque sin quitarle la vista de encima, andaba de lo más divertido con una pareja de amigos.

En algún momento terminamos en el mismo grupo. Cuando la tuve cerca no pude evitar sonreírle nerviosamente.

-¿Cuánto tiempo llevas en Lima? -le pregunté.
-Casi seis meses -me sorprendió-. Este mes acaba mi pasantía.
-Pues es una pena que recién te conozca -le dije. Ella asintió.

Dos personas más se acercaron y nos quedamos en silencio mirándonos fijamente. Al rato, estallamos en risas. Era evidente que teníamos ganas de seguir hablando.

-Deberías apuntar mi número -me dijo finalmente.

Uno de los tipos que estuvo tras de ella toda la noche se ofreció a llevarla a casa antes de que yo atinara a ofrecerme. Nos despedimos con la firme promesa de juntarnos esta semana.

Sé que no he sido un buen alumno, Hitch. Suelo ignorar tus consejos y hacer exactamente lo opuesto a lo que me recomiendas en cada oportunidad. Lo que pasó el jueves con Ximena es el mejor ejemplo. Y siempre echo todo a perder. Pero esta vez te prometo seguir al pie de la letra todas tus indicaciones. Aún no sé dónde llevarla ni cuándo llamarla. En realidad no sé nada de nada. Salvo que no quiero perder la oportunidad de salir con esta chica.

Un abrazo,

C.N.

17 de abril de 2009

Menudo enemigo

Recuerdo pocas cosas de mi primera infancia: el puré de la abuela, un oso de peluche que me regaló mi madre, un viejo auto a pedales y unos LP de Menudo que estaban en el primer cajón de la mesa del teléfono de mi casa.

Yo odiaba a los Menudo, mis hermanas los idolatraban. Era una pesadilla: en pocos meses me habían cambiado por un grupo de adolescentes afeminados que parecían haberse apoderado de la radio, de la televisión y hasta de las paredes de mi casa.

-Esos Menudos son unos cojudos -les dije un día mientras veían un especial televisivo.
-Pero son más lindos que tú -respondió la menor sacándome la lengua.

Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Con sólo cuatro años estaba decidido a terminar con la Menudomanía del planeta. Cortaría la luz. Sí. Un apagón general sería suficiente para sacarlos de la televisión. Lo malo es que se me ocurrió hacerlo al pie de la letra.

“Voy a cortar a esos cojudos”, grité. Fui al escritorio, cogí unas tijeras y me dirigí al tomacorriente. Al primer contacto hubo una gran explosión que me hizo caer de espaldas. Felizmente todo no pasó de un gran susto: el cortocircuito había provocado un corte de luz que terminó salvándome la vida.

Conservé esas tijeras durante años. No todos los días David le gana a Goliat.

16 de abril de 2009

Extra

El Comercio informa: nace una niña engendrada con semen congelado durante 22 años. Su padre decidió congelar su esperma cuando tenía 16 años.

Eso es lo que yo llamaría un polvazo.

15 de abril de 2009

Milk

-¿Vamos a ver Milk? -le pregunto a una amiga.
-¿No ibas a invitar a tus papás?
-Sí, pero me arrepentí -le cuento apenado.
-¿Qué pasó?
-Es que luego de la cara que pusieron al ver mi nuevo corte de cabello -confieso-, van a pensar que estoy tratando de decirles algo.

7 de abril de 2009

Demencia

Mi abuelo ya no es ese hombre rudo y seco que pellizcaba mi brazo cuando me sorprendía jugando con las botellas de Cienfuegos que escondía bajo su cama, o a aquel otro que pasaba las tardes de domingo en su sillón, desafecto, oyendo las carreras de caballos en una radio portátil. Ahora mi abuelo es un hombrecito de plastelina -torpe, esquelético, jorobado- que regala curiosos saludos con su sombrero como si fuera un poste de luz. “Buenos días, Don Julio”, le digo. Pero mi abuelo permanece inmóvil e impasible en su saludo hasta que el recuerdo se desvanece.

Otras veces lo encuentro dando vueltas por la casa buscando una puerta sin cerrojo por donde escapar. Durante años se dedicó a detener personas y hoy es un prisionero de su familia y de sus fantasmas. A veces, cuando logra abrir la puerta, lo detengo y puedo adivinar en sus ojos unas ganas enormes de meterme un pellizco. Sólo que sus manos de papel maché ya no lo dejan.

Leía en estos días que un pueblo sin memoria es un pueblo sin identidad. Lo mismo sucede con los hombres: mi abuelo dejó de ser un hombre recio y tosco con aliento de caña para convertirse en un poste de luz.

3 de abril de 2009

Sin tetas no hay paraiso

Una amiga colombiana me cuenta que la última vez que estuvo en Lima un taxista le dijo: "señorita, usted habla igualito que en las novelas".

-Lindo, ¿no? -me dice.
-Mmm... -me sonrío.
-¿Qué pasa?
-Es que dados tus atributos -le explico-, debe haber recordado una novela en particular.