31 de mayo de 2009

Aló, ¿Andreíta?

-Aló -contesté-. ¿Eres tú, Andreíta?

Era ella. Hablaba atropelladamente y sólo se detenía cuando el llanto la obligaba a toser. Por momentos tenía que adivinar sus palabras.

Fue una conversación corta, Andreíta no quería entrar en detalles. Se limitó a contarme lo que había pasado y lo que pensaba hacer. Presumo que lo que buscaba era mi aprobación. “Te quiero mucho”, fue lo último que me dijo. “Yo también”, respondí antes de colgar.

Caminé a la sala y me senté frente al balcón; la ciudad luce distante y ajena desde ahí. Permanecí así una media hora, arrullado por el motor de los autos. Luego fui a la cocina en busca de un cigarrillo. Lo fumé rodando por todo el departamento, buscando encontrar alguna respuesta ya sea entre las medias, detrás de las puertas o debajo de las camas.

Al terminar el cigarrillo, volví a la cocina. Tomé el último tranquilizante que había en casa con un vaso de agua que serví directamente del grifo. Después me tumbé en mi cama con la vista fija en aquella lámpara de papel con la que tantas veces Andreíta y yo nos habíamos golpeado.

Habría que inventar el modo de retroceder la vida con un control remoto: mi Andreíta está lejos, está sola y está embarazada. Es difícil de entender, pero sé que me sentiría más tranquilo si yo fuera el padre del niño que está esperando.

28 de mayo de 2009

El inconformista

El inconformista visto por Morelli, uno de los personajes de Rayuela:

“Éste hombre se mueve en las frecuencias más bajas y las más altas, desdeñando deliberadamente las intermedias, es decir la zona corriente de la aglomeración espiritual humana. Incapaz de liquidar la circunstancia, trata de darle la espalda; inepto para sumarse a quienes luchan por liquidarla, pues cree que esa liquidación será una mera sustitución por otra igualmente parcial e intolerable, se aleja encogiéndose de hombros. Para sus amigos, el hecho de que encuentre su contento en lo nimio, en lo pueril, en un pedazo de piolín o en un solo de Stan getz, indica un lamentable empobrecimiento.

[...]

En un plano de hechos cotidianos, la actitud de mi inconformista se traduce por su rechazo de todo lo que huele a idea recibida, a tradición, a estructura gregaria basada en el miedo y en las ventajas falsamente recíprocas. Podría ser Robinson sin mayor esfuerzo. No es misántropo, pero sólo acepta de hombres y mujeres la parte que no ha sido plastificada por la superestructura social; él mismo tiene medio cuerpo metido en el molde y lo sabe, pero ese saber es activo y no la resignación del que marca el paso. Con su mano libre se abofetea la cara la mayor parte del día, y en los momentos libres abofetea la de los demás, que se lo retribuyen por triplicado. Ocupa así su tiempo con líos monstruosos que abarcan amantes, amigos, acreedores y funcionarios, y en los pocos ratos que le quedan libres hace de su libertad un uso que asombra a los demás y que acaba siempre en pequeñas catástrofes irrisorias, a la medida de él y de sus ambiciones realizables”.

Nada como un gran escritor para escribir lo que uno nunca podrá escribir.

24 de mayo de 2009

Ya se ha muerto su abuelo

Mi sobrino de cuatro años, Gonzalito, regresó el otro día del nido con la novedad de que su amigo Rodrigo había estado cantando: “Ya se ha muerto mi abuelo, ay ay ay”.

Gonzalito, que nunca ha oído hablar de Juaneco y su Combo, hoy se pasó la tarde cantando: “Ya se ha muerto el abuelo de Rodrigo, ay ay ay”. Lógica pura y aplicada, sentencié a su favor.

Todos en casa, por supuesto, muertos de risa.

22 de mayo de 2009

Serendipia

Albert Einstein dijo alguna vez que la coincidencia es la forma en que Dios se mantiene anónimo. A ver si Dios se anima a explicarme, entonces, estas últimas “coincidencias” que llevaron a varios usuarios de Google a aterrizar en este blog:

- "¿Cumbio es un chico o una mujer?".
- "Hardcore perro XXX".
- "Nube y shit".
- "Defectos de los marketeros".
- "Chicas en esenas de seso".
- "Cómo debo agarrar a mi conejo enano".
- "Adolescentes afeminados".
- "A qué se debe cambios de humor de un chico de 19 años".
- "Paciente erección enfermera".
- "Nube XXX".
- "Ubicaína - medicamento".
- "Soundtrack novela colombiana Señora Isabel".

Confieso cierta debilidad por la casualidad, la coincidencia y el accidente. Pero, ¿qué diablos hace esta gente en mi blog? Es más, ¿quién busca estas cosas en Internet?

Con tanto visitante claramente insatisfecho, empiezo a entender porque cada vez tengo menos comentarios por post.

20 de mayo de 2009

Epílogo

Anoche, deprimido por diversos motivos, decidí quedarme en casa y no salir a bailar con mi gringa en su última noche en Lima. No estaba de humor como para soportar las largas sesiones de fotos a las que se someten (y me someten) sus amigos. Además, ya me había hecho a la idea de no volver a verla.

Por supuesto, a la una de la mañana me arrepentí. Cogí mi celular y le escribí arriesgadamente: “¿Ya estás en Barranco? ¿No prefieres venir a mi casa?”.

No respondió. Demasiado mandado, pensé. Pero a las tres de la mañana me despertó el siguiente mensaje: “¿Todavía estás despierto?”. “Para ti, siempre”, respondí huachafamente.

Hoy, con la depresión de regreso, me llenó de nostalgia verla dormir en mi cama. Me recordó a Andreíta. En este mundo tan efímero, sólo los objetos perduran, pensé. Fui a la sala y busqué un disco que había comprado hace poco. La gringa pareció conmovida cuando se lo regalé.

Luego, precavidos, caminamos al paradero en silencio. Y se fue.

19 de mayo de 2009

Estoy pensando en ti

Llamó mi “gringa”. Acaba de regresar de Cusco y parte mañana a Canadá de manera definitiva. Ergo, esta noche es mi última oportunidad de verla.

[pero hoy me siento muy mal por ti,
sin fuerzas para salir de casa]

Quedamos en vernos en Barranco antes de la medianoche. Ya debería cambiarme, son más de las once.

[desearía que todo esto no fuera más que una broma,
una broma del día de los inocentes que se deshace a la mañana siguiente]

Está sonando el teléfono; debe ser ella. Debo irme.

18 de mayo de 2009

Malecón Paul Harris

¿Cómo encontrar a alguien si sigues buscándote a ti mismo? Dejaste de correr -y por eso puedes disfrutar de la belleza de esos ojos que se aproximan- pero caminas en círculo como un perro que se muerde la cola. Mírate, caminas sin rumbo intentando convencerte de que no hay camino.

De acuerdo, el primer gran paso era dejar de mirar al lado. Y lo lograste. Ahora sabes que tu reino milenario no está en una casa con piscina y niños jugando a la pelota. Mucho menos en los Anales Históricos de la Revolución Francesa de la Sociedad de Estudios Robespierristas. Pero no hagas trampa: desde muy joven te gustó andar por las calles algo perro. Saber qué no quieres no es saber lo que quieres. Y tú no tienes ni idea.

Después de todo, puede que no seas más que la zorra de la fabula que no puede alcanzar las uvas. En el fondo sigues con hambre. Buscando. Buscándote. Y empiezas a ponerte nervioso porque sabes que la vida no se sostiene en una copa de vino... ni en esos ojos que se aproximan.

15 de mayo de 2009

Malecón De La Reserva

Un corredor.
Dos corredores.
Tres corredores.

Yo camino. Avanzo sin dirección entre la densa neblina y descubro que mi indecisión comienza a trascender lo trascendente. To be or not to be. Pero por dos. Y es que: ¿ser o estar? Menos mal que no estudiaste filosofía, C.N.

Me sonrío y enciendo un cigarrillo. La neblina retrocede con la primera bocanada de humo. A lo lejos un disco blanco asoma insignificante.

Segundo cigarrillo: siento el aguijón. Entra por el hueso frontal del cráneo y se extiende como un relámpago por toda la cabeza paralizándome. Es un dolor helado, agudo y chirriante. Un minuto después el malestar se desliza a la zona occipital. Me siento pequeño, vulnerable. Insignificante.

Camino. Ya no fumo.

Un anciano corre descalzo por el malecón. Luce descuidado. Difícil decidir si está loco o no. Pero es curioso cómo puedo sentirme más cercano de este pobre viejo que de los otros corredores. Cuando pasa a mi lado lo saludo y él me devuelve el gesto con una venia y una sonrisa.

La neblina avanza lenta y en dirección al sur. Yo también. Deben ser las siete u ocho de la mañana. Hoy no tengo ideas claras, sólo impulsos: es mi cuarto día con migraña.

13 de mayo de 2009

Conversación en una peluquería

-Buenas noches, señor. ¿Tiene alguna cita? -me pregunta la recepcionista de una elegante peluquería sanisidrina.
-La verdad es que pasaba por aquí...
-No se preocupe, lo atenderemos en unos instantes.
-Muchas gracias -respondo aliviado.
-¿Gusta que guarde su saco en el ropero mientras lo atienden?
-Sí, por favor.
-¿Podemos ofrecerle algo de tomar?
-Un café me vendría bien.
-¿Y de leer?
-Chistes -respondo por inercia.
-…
-Ehhh, mejor déme El Comercio –disimulo ante su cara de desconcierto.

Maldición, cómo extraño los Condoritos de segunda de las peluquerías de segunda.

11 de mayo de 2009

Tequila

-¿Qué debo hacer para que una chica como tú se tome una cerveza conmigo? -fue lo mejor que se me ocurrió decirle.
-Tal vez preguntar: “¿puedo invitarte una cerveza?” -dijo con un delicioso acento colombiano y se sonrió.

Nunca antes había ido al Tequila. Siempre había logrado hallar una buena excusa para mantenerme al margen de ese antro. Pero aquella noche, luego de varias jarras de cerveza, unos amigos terminaron por convencerme.

-¿Siempre vienes a este lugar? -pregunté por preguntar.
-No. Los fines de semana trabajo en otro local -respondió la colombiana.

“Trabajo”. Hasta ese momento no comprendía bien cuál era la situación entre nosotros pero ahora estaba claro que yo no era más que un potencial cliente.

-Bueno, ¿qué quieres hacer? -me dijo finalmente.
-Temo que “nada-haremos” -respondí bromeando.

A la colombiana le dio un ataque de risa; “Buscando a Nemo” resultó ser su película favorita. Le recordaba sus últimos días en Antioquia. Divertida, se animó a contarme de su vida en Colombia, de su viaje a Lima, de sus noches en el Tequila. Luego me sacó a bailar. Parecía haberse olvidado del trabajo. Mis amigos, por su lado, conversaban con otras chicas del bar.

Luego de varias canciones y algunas cervezas más, una mujer que se identificó como su hermana le dijo, de mala gana, que tenían que irse. Al parecer la colombiana perdía cien dólares por cada hora que pasaba conmigo. Y ya íbamos más de dos bailando.

-Lo siento, me tengo que ir -se despidió apenada después de darme un largo beso en los labios.

Nunca más volví al Tequila. Hay historias inverosímiles que no se vuelven a repetir.

8 de mayo de 2009

Babel

Entró al departamento súbitamente y sin saludar a nadie. Vestía unas botas marrones de cuero y una larga manta de alpaca que le otorgaban cierto halo de gravedad a sus arrugas. Era una mujer elegante, no lo voy a negar. Pero nunca me habían mirado con tanto desprecio.

-¿Dónde está Aloncito? -preguntó a boca de jarro.
-Señora Rodrigo, buenos días -respondió mi corredora calculando sus siguientes palabras-. Le presento a C.N., acaba de comprar el departamento de Alonso.
-Pues tendrían que habernos avisado que iban a vender este departamento -le increpó haciéndome ascos.

Sus setenta años me tenían entumecido, no lograba decidirme entre permanecer en silencio o mandarla a la misma mierda. Odié sus manos temblorosas, su gesto adusto, su boca arqueada.

-Sería conveniente que le expliques al señor C.N. que en este edificio vive gente bien -continuó.

Tenía la mirada puesta en mi cabello negro, largo y crespo.

-La señora Rodrigo es la presidenta de la Junta de Propietarios, C.N. -me explicó la corredora visiblemente avergonzada.

En ese momento un amigo que me estaba ayudando con la mudanza salió de una de las habitaciones gritando que ese sería su cuarto. Al verlo, los labios de la señora Rodrigo esbozaron una sonrisa malintencionada que la animó a dirigirse a mí:

-¡Ahhh! ¡Pero por qué no me contaste que habías comprado el departamento con tu amigo! -exclamó encantada.
-Bueno, en realidad… -intenté aclarar la situación pero me interrumpió.
-Deberían pintar la sala de color maracuyá -dijo señalando las paredes-, a mí me ha quedado divino en el estudio.

De pronto había dejado de ser un cholo de mierda para convertirme en un gay à la mode. La vieja pituca parecía feliz con la noticia. Posiblemente consideró de lo más chic tener una pareja gay en su edificio. O, por lo menos, pensó que ya tendría de qué hablar con sus amigas durante el té de los miércoles.

-Cuando quieran les muestro cómo he decorado mi departamento, les va a encantar -se despidió guiñándome el ojo.

Una vieja pregunta volvió a mi cabeza aquella tarde: ¿cuándo se jodió el Perú?

7 de mayo de 2009

Sexo porcino

-¿Y cómo te fue o te va con tu "gringa"? -me escribe una amiga.
-Pues todo bien. Ahora está en Cusco pero hemos quedado en vernos cuando regrese.
-Entonces las cosas van mejor de lo que imaginaste. ¿Ves? ¡Te complicas mucho antes de tiempo! -me llama la atención.
-Lo siento, no puedo evitarlo.
-¿Salieron ese viernes que hablamos?
-Sí, fuimos a bailar al Dragón.
-¿Y se quedó contigo?
-¡Hasta el desayuno!
-¡Qué bien! -celebra-. ¿Y adónde fueron a desayunar?
-A un hueco que me gusta en Barranco, ¿por?
-¿TAMBIÉN la llevaste a comer chicharrones?

Recién ahí caí en la cuenta de que hace menos de tres meses salí a bailar con esta misma amiga, terminamos en mi casa y, sí, TAMBIÉN la llevé a desayunar chicharrones a Barranco. Qué papelón.

-O sea, tu estrategia es un polvito con chicharrón –concluyó-. ¡Qué horror!

Como diría mi amigo Martín, soy un asno. Un asno desmemoriado.

5 de mayo de 2009

Pequeñas mentiras

Cuando niño, cada dos meses mi papá me llevaba al "Todos" de San Isidro -donde ahora funciona un Metro- en busca de "El Vengador", un tonto juego mecánico con forma de robot que se elevaba y se sacudía en medio de un gran despliegue de sirenas y luces intermitentes. Acabado el paseo, que con suerte podían ser dos, me decía como si acabara de ocurrírsele: "¿Por qué no aprovechamos para que te corten el cabello?". Y, así, siempre terminábamos en la Peluquería Montecarlo, ubicada en el primer piso, en la que un tipo con mandil blanco me amenazaba -tijeras en mano- con cortarme las orejas si no me quedaba bien quieto (si desean que no te muevas, ¿no es contradictorio que te hagan sentar sobre un caballo?).

Otras veces mi papá me decía para ir a comer unos tacos a "La Carcochita", la original, ubicada en Lince. Yo saltaba en el acto en su viejo escarabajo y durante todo el trayecto intentaba convencerlo de que me dejara pedir todas las cremas. Eso sí, apenas terminábamos de comer, decía: "Ya que estamos por acá, deberíamos aprovechar para visitar a tu abuela".

Y es que así eran las cosas con mi papá: siempre estaba dorándome la píldora.

Hace menos de una semana que se fue a los Estados Unidos. Dijo que se iba por tres meses a cuidar a mi sobrina. Yo temo que no va a regresar.

3 de mayo de 2009

Conclusiones del fin de semana

- No debí comprarme una cámara de fotos rosada.
- Tengo un gran problema con las mujeres.
- El martini es mi Kryptonita.
- Debo ahorrar para hacerme la vasectomía.
- Los chicos "cute" no vomitan en su primer día de clases.
- Ilsa debió quedarse con Rick.
- Mi autoestima necesita entrenamiento.
- La depresión está a la vuelta de la esquina.

2 de mayo de 2009

Casi

Al parecer la suerte sigue de mi lado: se suspendió el vuelo en parapente por viaje imprevisto de mi acompañante al sur. Prometió compensarme a su regreso y ni siquiera tuve que arriesgar mi vida.

Por lo demás, las cosas van bastante bien con ella. El miércoles volvimos a salir. Alega que soy "cute". Y yo sigo sin comprender por qué.

Es realmente una pena que se vaya del país en menos de dos semanas.