-¿Puedo tomarme dos semanas de vacaciones a fin de año? -le pregunté a mi jefa-. Estoy planeando viajar a Guatemala.
-¿Por trabajo, estudios o qué? -me respondió.
-De paseo.
-¿Luna de miel?
-Algo así.
-¿Y por qué tanta anticipación?
-Es que si no compro los pasajes con tiempo, van a subir de precio.
-Mejor, así no te gastas tu sueldo en lujuria ni vanidad.
-No se me ocurriría nada mejor en qué gastarlo.
-¿No sabes que las navidades son para pasarlas en familia esperando la llegada del niño?
-Gracias a Dios, soy ateo.
-Además, para lo que van a hacer, deberían irse más cerca.
-¿A la avenida La Marina, por ejemplo?
-No seas corriente. Yo me refería a un resort en Punta Sal, Paracas o Tarapoto.
-¿Me vas a dar permiso o no? -terminé por perder la paciencia.
- Pucha, qué afanoso eres C.N.-se quejó-. No dejes que tu chica se dé cuenta de que estás con el calentamiento global. No te vaya a estar usando.
-Yo creo que eso es justamente lo que me faltaba.
-¿Qué?
-Uso.
Varias carcajadas después, obtuve mi permiso por escrito. La risa, remedio infalible.